Casi mil muertos, más de mil quinientos heridos, decenas de edificios destruidos fue el balance de los bombardeos de marzo de 1938, los más devastadores que sufrió Barcelona durante la Guerra Civil.
41 horas de bombardeos. Entre las 22.08 horas del día 16 de marzo de
1938 y las 15.07 horas del día 18, los aviones italianos realizaron 13 raids,
con intervalos aproximados de tres horas. El ataque afectó al área central de
Barcelona: la izquierda del Eixample, Poble Sec y el entorno de plaza
Catalunya.
Bombardeo espaciado. Fue la primera
vez en la historia que una ciudad de más de un millón de habitantes era
sometida a un bombardeo continuo, sistemático y regular. La táctica italiana
creó el pánico en los barceloneses, que ya no distinguían si las sirenas
anunciaban el fin de un ataque o el inicio del siguiente. De esta forma, el
ataque por saturación desarticuló los sistemas de alarma, paralizó la ciudad y
provocó la huida temporal de millares de personas de sus domicilios.
Los bombardeos de marzo de 1938,
al igual que el de Gernika en abril de 1937, fueron demostraciones notorias de
que el cielo de la península se había convertido en un banco de pruebas para
las potencias extranjeras.
44 toneladas de bombas arrojaron
los Savoia S81 y S79, los más eficaces bombarderos de los que disponía en aquel
momento la aviación italiana. Con una capacidad de ataque muy similar a los
Heinkel 111 de la legión Cóndor alemana. Cada Savoia S79 tenía una tripulación
de cinco hombres y una capacidad para transportar 1,2 toneladas de bombas.
Además, llevaban incorporados otra novedad: cámaras fotográficas de alta
calidad con las que retrataban sistemáticamente todas sus misiones. Gracias a
esta innovación, desde hace pocas décadas tenemos impresionantes testimonios
gráficos de los bombardeos sobre Barcelona.
La gran explosión. El suceso más
impactante fue la bomba que impactó alrededor de las dos de la tarde del día 17
sobre un camión militar, con 23 militares a bordo, que transportaba ocho
toneladas de trilita desde las canteras de Montjuïc hasta la Inspección general
de Ingenieros de La Sagrera. La explosión del camión cerca de la confluencia de
la Gran Vía con la rambla de Catalunya fue tremenda. La colosal columna de
humo, de 250 metros, sorprendió a los mismos aviadores italianos. Incluso días
después, la prensa internacional especuló que era una superbomba experimental
que alguien bautizó ingeniosamente como “de aire liquido”.
Un millar de muertos. La cifra
exacta de fallecidos es desconocida. La Generalitat la cifró en 872 (de ellos,
118 niños) tras los ataques, pero los estudios actuales –contrastados y
rigurosos- elevan la cifra a cerca del millar, sumando los que fallecieron en
las semanas siguientes a consecuencia de las heridas recibidas. Algunos autores
señalan que la existencia de 1.365 refugios antiaéreos, la gran mayoría
construidos por los vecinos –sólo 24 eran municipales- evitó muchas más
víctimas.
Los autores. Aunque el Gobierno
republicano –como se constata en nuestras páginas de la época- acuso también a
la aviación alemana de haber participado en los ataques, fue la Aviación
Legionaria la única responsable. El bombardeo de Barcelona fue ordenado por
Benito Mussolini al general Giuseppe Valle, viceministro de la Aviación Militar
italiana, quién a su vez trasladó la orden al general de brigada Vicenzo
Velardi, jefe de la Aviación Legionaria. La orden fue transmitida, la noche del
16 de marzo, mediante un telegrama que decía literalmente “Iniciar desde esta
noche una acción violenta sobre Barcelona con martilleo espaciado”. Esta última
expresión “martellamento diluido nel tempo” denomina con exactitud la
innovadora táctica empleada por los italianos.
El porqué. También ha sido tema
de controversia. Se atribuyó a una venganza por el fracaso del Corpo di Truppe
Volontarie en la batalla de Guadalajara en 1937; al menoscabo por parte de
Franco de la conquista de Santander por los italianos; a los celos de Mussolini
por el Anschluss -la anexión de Austria por la Alemania nazi el 13 de marzo- o
como advertencia a Francia para que no realizase una venta masiva de armas a la
República. Lo cierto es que a partir de enero de 1938, tras la victoria de los
nacionales en la batalla de Teruel y la imparable ofensiva de Aragón que
acercaba la guerra a las fronteras catalanas, la Aviación Legionaria intensificó
los bombardeos sobre Catalunya.
El objetivo principal de los
bombardeos de marzo, más allá de industrias, fábricas, instalaciones militares
y edificios oficiales, fue el amedrentar a la población y sembrar el caos. El
bombardeo de los barrios centrales de la ciudad, densamente poblados, provocó
que la mayoría de las víctimas fueran civiles.
La condena internacional. La
publicación en la prensa francesa, británica y norteamericana de la crueldad de
los bombardeos forzó al general Franco a ordenar el fin de los ataques,
consciente de que la batalla propagandística, que ya iba perdiendo tras la
destrucción de Gernika, perjudicaba su causa ante las cancillerías europeas. El
secretario de Estado estadounidense, Cordell Hull, expresó su horror por las
víctimas civiles e incluso el prudente papa Pío XII pidió moderación.
Querella judicial y silencio
italiano. La asociación Altra Italia y dos afectados directos de los bombardeos
presentaron en 2012 una querella para que se investigaran las acciones de la
aviación italiana. El juzgado de instrucción 28 de Barcelona rechazó en primera
instancia la acción judicial y archivó la demanda. Sin embargo, el 23 de enero
de 2013, la sección décima de la Audiencia de Barcelona emitió un auto en que
obligaba al magistrado a iniciar investigaciones sobre los
acontecimientos. Pocos días más tarde,
el 1 de febrero, el Ayuntamiento aprobó por unanimidad condenar los bombardeos
de la aviación de Mussolini, pero de momento el gobierno municipal no se ha
personado como parte perjudicada en la causa judicial abierta.
Gernika y Barcelona inauguraron
una trágica lista que continuaron Coventry, Londres, Dresde, Hamburgo,
Hiroshima, Nagasaki, Vietnam. Y más recientemente, el bombardeo químico de los
kurdos de Halabja, Iraq, por las tropas de Sadam Hussein; Belgrado y Bagdad.
Pero a diferencia, de muchas de estas ciudades, los bombardeos de Barcelona no
han quedado fijados con intensidad en la memoria colectiva de la ciudad.
La prueba es que el monumento a
las víctimas de los bombardeos de la Guerra Civil no fue inaugurado hasta el 29
de abril de 2003. Veintiséis años después de la
recuperación de la democracia. Frente al cine Coliseum, en la Gran Vía
–donde explotó el 17 de marzo el camión de trilita- se ubicó la escultura
Encaix, de Margarita Andreu, con el deseo de simbolizar que lo que se rompe
puede volver a unirse. Un deseo empequeñecido por la desmemoria de muchos
barceloneses sobre aquel trágico 1938.
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http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20130316/54368351877/guerra-civil-espanola-bombardeos-ciudades-barcelona-aviacion-legionaria-italiana.html#ixzz36iB6NQbM
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