Barricades across the Paralelo foto copiada archivo CNT |
El 18 de julio de 1936 un grupo de militares sublevados,
encabezados por el General Franco, se levantaron contra el gobierno de la II
República. Algunas ciudades y pueblos de España quedaron automáticamente bajo
su mando. Otras resistieron, cuando menos, un tiempo. El final es sabido por
todos.
Barcelona consiguió rechazar la insurrección gracias a la
decisión y lucha, entre otros, del Presidente de la Generalitat, Lluís
Companys, del jefe de los Mossos d’Esquadra, General Escofet, y de miles de
hombres y mujeres, obreros y soldados, que se mantuvieron fieles al gobierno
que democráticamente había votado la mayoría del pueblo español.
La madrugada del 19 de julio de 1936 las tropas del cuartel
del Bruc, en Pedralbes, salieron a la calle, con la intención de someter a la
ciudad, hacia la Avenida 14 de abril (la actual Avenida de la Diagonal). Los
obreros y milicianos tenían órdenes del Comité de Defensa de dejarlos salir,
puesto que era más fácil abatirlos en las calles que hacerlo dentro de los
cuarteles. Los militares se iban desperdigando por toda la ciudad (aunque a
menudo los soldados, normalmente los de más baja graduación, se cambiaban de
bando) y a medida que se alejaban de sus cuarteles empezaba la batalla, en
plena calle, con barricadas improvisadas. Barcelona se convirtió por unas horas
en un duro y cruento campo de batalla.
Tres escuadras tenían por misión someter el sureste de la
ciudad: una, entrando en Sants porla calle Creu Coberta (fueron frenados por
una barricada popular situada delante de la actual alcaldía de barrio); otra,
por la calle Valencia, consiguió llegar a la Plaza Universidad, entrando en el
edificio universitario, donde se hicieron fuertes durante unas horas; y la
tercera, tenía que dirigirse al Paralelo hasta llegar al edificio de Capitanía
en Colón.
El General Escofet, comisario del orden público de la
Generalitat, había perdido el control del Paralelo, porque la compañía de
Guardias de asalto, enviada desde la Barceloneta, había sido vencida y
acorralada en el muelle de Baleares. Los militares sublevados habían obtenido
una primera victoria, y dominaban todo el paseo de Colón desde Correos hasta la
Aduana, así como todo el Paralelo, lo que les permitía enlazar con plaza de
España y con el cuartel de la calle Tarragona.
El tercer escuadrón del ejército insurrecto, que tenía por
misión dominar el Paralelo, quedó frenado en la que se llamó Brecha de San
Pablo, delante del teatro El Molino. Tardaron dos horas en poder superar una
monumental barricada de adoquines y sacos de tierra, con forma de doble
triángulo, desde el quiosco situado enfrente de El Molino hasta el centro de la
avenida del Paralelo, porque un intenso tiroteo les cerraba el paso. La tropa
consiguió ocupar la sede del sindicato de la Madera de la CNT en la calle del
Rosal y las barricadas, abandonadas por los militantes obreros cuando los
oficiales al mando amenazaron con fusilar allí mismo a mujeres y niños del
barrio.
Los insurrectos instalaron tres ametralladoras: una delante
del Bar La Tranquilidad (junto al Teatro Victoria), otra en la azotea del
edificio colindante con El Molino, y la tercera en la misma barricada de la
Brecha de San Pablo. Pero los obreros seguían hostilizando a la tropa desde el
otro lado de la Brecha, desde los terrados de los edificios próximos y desde
todas las bocacalles.
El Paralelo se convirtió en un campo de batalla, y el
intento realizado por las tropas situadas en plaza España de reforzar a sus
compañeros de la Brecha fue detenido a la altura del cine Avenida por el
tiroteo y acoso al que fueron sometidos desde el cruce Paralelo/Tamarit. La
creciente presión de los comités de defensa de Sants, Hostafrancs, Collblanc y
La Torrassa no sólo consiguió detener este avance, sino que acto seguido
rodearon y atemorizaron a las tropas acampadas en la plaza España. Los
anarquistas decidieron contraatacar la Brecha indirectamente, desde la calle
Conde del Asalto (hoy Nou de la Rambla) y otros puntos, infructuosamente.
A mediodía la mayoría de soldados habían confraternizado con
los cenetistas (CNT), y los pocos combatientes que todavía quedaban del tercer
escuadrón se refugiaron en el interior de El Molino, donde se rindieron hacia
las dos de la tarde. En este punto crucial de la ciudad los anarquistas habían
derrotado al ejército, tras más de cinco horas de lucha. Entre los anónimos
combatientes de la CNT victoriosos de la barricada de San Pablo se encontraba
el militante del Sindicato Único de la Madera Quico Sabaté, que años más tarde
se convirtió en uno de los maquis más famosos y buscados por el franquismo.
En treinta y dos horas el pueblo de Barcelona había vencido
al ejército en toda la ciudad, pero la revuelta militar había provocado una
insurrección revolucionaria. El proletariado barcelonés, armado, quemaba
iglesias y conventos, y el General Escofet dimitió a finales de julio de su
cargo de comisario de orden público, porque ya no podía garantizarlo. La guerra
continuó durante tres largos años más…
Saber más…
Sobre las barricadas de Barcelona:
- Agustín Guillamón: Barricadas en Barcelona: La CNT de la
victoria de julio de 1936 a la necesaria derrota de Mayo de 1937, ediciones
Espartaco, Barcelona 2007.
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